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viernes, 13 de agosto de 2010

¿Una bendición merecida, pero inaudita maldición en manos de sus gobernantes? :La abundancia de recursos naturales en el Perú

Por: Por Walter Chamochumbi


El Perú por las condiciones excepcionales de su variada y compleja ecogeografía goza del privilegio de ser un país, como pocos en el mundo, megadiverso. Pero no obstante la enorme riqueza en recursos naturales que posee, lejos de ser una gran oportunidad para haber logrado su ansiado crecimiento económico y salir del subdesarrollo, en más de 180 años que tiene como república independiente, esto no ha sido así. Por el contrario, al decir de algunos sesudos economistas, pareciera ser que su gran riqueza natural más que una bendición le hubiera representado una extraña maldición.


Al constatar la abundancia y variedad de recursos naturales que posee el Perú, resulta lógico pensar en que es una bendición merecida para el estoico pueblo peruano. Pero, lamentablemente, en manos de sus gobernantes, al no haberlos aprovechado con criterios de uso sostenible, parecieran volverse una inaudita maldición. Y es que desde el inicio del periodo republicano, las políticas económicas de los gobiernos -en general- han mal influido en la explotación intensiva (e irracional) de sus recursos naturales, supeditados siempre a factores de orden externo (los relativos al mercado). En realidad esa ha sido la verdadera maldición, ya que siendo un país con importantes reservas en recursos no renovables (minerales, petróleo y gas), e inversiones considerables en proyectos extractivos de estos recursos, además de sus no menos valiosos recursos renovables, sigue siendo un país pobre cuyos niveles de pobreza actual bordean el 50% de su población nacional, sin que hasta hoy se hayan realizado las grandes reformas estructurales para superar su pobreza y relativo desarrollo.

¿Cuál ha sido entonces el aporte real de estos proyectos extractivos de recursos naturales en términos de crecimiento económico, desarrollo y mejora de calidad de vida del pueblo peruano? ¿Qué razones explican esta “maldición de los recursos naturales” en el caso de países como el Perú? ¿En qué medida su tendencia histórica de aplicar un modelo exportador primario le ha significado reales beneficios en desarrollo económico, social y ambiental? Al respecto encontramos que para economistas como Joseph Stiglitz 9, existen tres razones principales que pueden explicar en parte las interrogantes formuladas:

- Las enormes expectativas de beneficio que se derivan de la explotación de recursos como petróleo, minerales o gas, y que al parecer orientan a los dirigentes políticos y empresariales hacia objetivos perversos. (Suponemos que impera la racionalidad económica global, cuyos efectos más negativos devienen de lo que se llama la racionalidad del “capitalismo salvaje”);

- Los recursos naturales están sujetos a precios altamente volátiles y determinados en los mercados financieros internacionales, que pueden entrar en crisis repentinas de graves consecuencias para los países más pobres. (Es el caso del precio de los minerales que hoy cuentan con una coyuntura favorable en el mercado internacional pero que luego podría variar); y

- Los recursos naturales están sometidos a la conocida teoría de la “enfermedad holandesa”. Es decir, cuando se da la existencia de un sector importante dedicado a la explotación de los recursos naturales, que surge, por ejemplo, de una situación favorable en los precios internacionales, afectando la distribución del empleo en la economía entre los sectores de bienes comercializables y no comercializables. Esta reasignación del trabajo puede reducir notablemente la tasa de crecimiento económico de un país, en lugar de estimularla.

Al respecto diversos autores señalan otras consideraciones. Por ejemplo, con relación a las implicancias del modelo exportador primario que caracteriza la tendencia histórica de los países en la región. Según Jürgen Schuldt “Todas las evidencias históricas señalan en la misma dirección: a la larga, la exportación de materias primas no renovables tiende a "desarrollar el subdesarrollo" en nuestros países. Y esto no es culpa del imperialismo, ni del hecho que poseamos ingentes riquezas naturales, ni de las empresas mineras. El problema radica casi exclusivamente en nuestros gobiernos, en nuestros empresarios y en nosotros mismos, como académicos o como ciudadanos. Porque no hemos sido capaces de idear las políticas económicas y las reformas legal-estructurales requeridas, ni de conformar las alianzas y consensos necesarios, para aprovechar nuestras enormes potencialidades -al margen incluso de los auges temporales de la primario/exportación- para asegurar la transición de nuestra economía hacia la autodependencia, la integración nacional y la ampliación del mercado interno.”
En efecto, la debilidad de las instituciones, la mayor corrupción y la menor voluntad política y compromiso democrático de los gobiernos, el centralismo, la no planificación del desarrollo a largo plazo y si las políticas de corto plazo y de corte populista, la mayor inequidad en la distribución del ingreso, la exclusión social y la poca transparencia pública con las organizaciones de la sociedad civil, son situaciones recurrentes que devienen de la pobre condición ideológica y política de la clase gobernante que hemos tenido en el país por décadas, antes que de la simple riqueza natural que este posee. No es pues el simple determinismo económico de los países ricos en recursos naturales lo que puede explicar su pobre desempeño económico y escaso desarrollo, sino la falta de una clase política comprometida con los grandes intereses nacionales para liderar las reformas estructurales necesarias -por décadas postergadas- del estado peruano.

¿Es posible entonces lograr el crecimiento económico y un mayor desarrollo y mejora de calidad vida, con un aprovechamiento sostenible de los recursos naturales? Si, aunque difícil respuesta cuando entran en juego una serie de variables a considerar. No obstante, se conoce que existen experiencias de países, que de forma contraria a lo que sugiere la hipótesis de la maldición de los recursos, sus riquezas naturales no les ha sido un obstáculo para lograr su crecimiento y desarrollo. La cuestión es estudiar estas experiencias, evaluarlas y recrearlas para aplicarlas en cada caso país, como pudiera ser en la realidad peruana: “…estudiemos la historia económica y sociopolítica de países ricos en recursos naturales, que lo lograron a fines del siglo XIX y principios del XX, como Australia, Canadá, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia. O, como lo vienen intentando por diversas vías y aparentemente con buen éxito, durante las últimas décadas, países como Costa Rica, Malasia, Mauricio y Botswana…” (Op cit de Jürgen Schuldt, 2004).El asunto, además, es tener claro que no se trata de un problema en estricto técnico, ya que el tema sustantivo es antes político para luego asumir las decisiones más convenientes respecto al modelo de desarrollo a seguir y los lineamientos económicos, sociales y ambientales que se desprendan de ello.

Resulta pues a todas luces inconveniente seguir pensando, frente al problema-posibilidad de desarrollo país, que nuestra gran riqueza natural sea –a su vez- nuestro mayor obstáculo para salir de la pobreza. Por el contrario, es imperativo realizar un giro político estratégico para aprovechar la gran potencialidad natural y las enormes oportunidades que ello le puede permitir al Perú en proyección al mercado global.

El reto será armonizar nuestra visión de desarrollo con las distintas actividades productivas, las potencialidades naturales y su capacidad de soporte, y las necesidades sociales como parte de un proceso concertado y descentralizado de planificación integral territorial para alcanzar el desarrollo humano sostenible. En tal sentido, el punto de quiebre radicará en entender que la planificación, vista como un proceso participativo, concertado, descentralizado e inclusivo, será la base del futuro desarrollo nacional.

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